lunes, 19 de noviembre de 2007

Re-flex-iones (dieciséis)

Ea cara sentenciaba.

Mis enseres.
Mis estares.

Una nube era martes.

Aquella mañana de miércoles, que parecía mañana de miércoles escuchaba canciones de Dylan.

Los colores torcidos de arcoiris.
Bulímicos.

Miedos para eludir.
Desapego a todo.
Pequeño columpio sin paragüas.
Mimbre sin envoltorio.

Hoy es uno de esos días que pesa lo que no vale.

En los pliegues de la memoria.
Vietnam encendido.
Nada tengo.
Nada pierdo.

Chejov, Hopper, Carver, donde se pronuncian las orquídeas.

Como escarcha de compota.

Las golondrinas volvían.
Distinta mirada.
Rumbo indefinido.

El sabor de la lluvia.
La dama de los tiempos.
El vómito de los carruajes.

Qué bien qu el fin del mundo sea el miércoles!

Con mi locura como delantal.

La luna me enseñó las bragas.

Ni rastro del domingo.

Con dos manzanas menos.

Tan ñacil morir.
Tan complicado fallecer.

Sobredimensiono.
Minimizo.
Castillos de harina.

La rebelión de los buzones.

A lascivo le pusieron el iva y no lo soportó.

No voy, no vngo.
No me entretengo.
No-camino.

Vino una detergente y no entendí nada.

Trampa maldita de larva común.

Reúma.

Los dedos se rozaron buscando un cielo infinito, imperfecto, innecesario.

Inmortalizar las lluvias venideras.
Cambio lodo por nada.
Perenne dominó izquierdo.

No me han dicho, nada he preguntado.

Devaneo veraneaba en Guipúzcoa.

Un viernes cualquiera de cualquier jueves.

El otro día se enfrentaron unas lentejas.